Una marca deja de ser líder en su apoyo para los derechos fundamentales

Al cerrar sus fábricas de confección sindicalizadas que quedaban en Honduras, Fruit of the Loom está perjudicando a los trabajadores y matando a un símbolo del progreso para los derechos laborales

Fruit of the Loom, marca que asumió compromisos innovadores en el año 2009 para garantizar que sus empleados en Honduras pudieran ejercer su derecho a formar sindicatos libremente y sin represalias, se encuentra ahora en las etapas finales del cierre de sus dos fábricas de confección textil sindicalizadas que quedaban en el país. Estos cierres son trágicos para los miles de trabajadores afectados: durante casi 15 años, ejercieron su derecho a la libertad sindical logrando mejores salarios y condiciones de respeto y dignidad a través de la negociación colectiva. Si bien es común que las fábricas cierren en la industria de la confección, es profundamente desalentador ver cerrar una instalación que ha sido un símbolo ampliamente reconocido por su respeto genuino al derecho de asociación de los trabajadores, en una región y en una industria donde a menudo son pisoteados.

En enero de 2025, Fruit of the Loom anunció su plan de cerrar las dos fábricas: Jerzees Nuevo Día, en Choloma, y Confecciones Dos Caminos, en Cortés. En abril, cerró Jerzees Nuevo Día. Confecciones Dos Caminos sigue operando con un equipo mínimo de trabajadores, pero estará completamente cerrada a finales de junio.

La fábrica de Jerzees Nuevo Día comenzó a funcionar en enero de 2010 como parte de la resolución a las violaciones de los derechos laborales cometidas por Fruit of the Loom y su filial Russell Athletic y documentadas en una investigación del WRC de 2008. Las violaciones incluyeron el cierre ilegal por parte de la empresa de una fábrica conocida como Jerzees de Honduras, en represalia por los esfuerzos de un nuevo sindicato en la fábrica para negociar colectivamente. El cierre ilegal fue recibido con una fuerte respuesta internacional. Debido a que Fruit of the Loom fabricaba productos con logotipos universitarios, y debido a que las universidades imponen obligaciones vinculantes en materia de derechos laborales a sus licenciatarios, los activistas estudiantiles y las universidades desempeñaron un papel central en los esfuerzos para responsabilizar a Fruit of the Loom, con más de 100 universidades tomando medidas para despojar a la empresa de sus derechos de licencia.

Las organizaciones defensoras identificaron la reapertura de las instalaciones como el único remedio adecuado para las violaciones y, ante esta enorme presión, la empresa finalmente accedió. El negocio reabrió con un nuevo nombre, Jerzees Nuevo Día, elegido para encarnar el nuevo compromiso de Fruit of the Loom de respetar el derecho de los trabajadores a organizarse y negociar colectivamente.

La empresa no solo ofreció a los trabajadores despedidos un empleo en la nueva fábrica, sino que también los compensó completamente por los salarios que habían perdido en el ínterin y asumió nuevos compromisos para respetar a los derechos de los trabajadores en todas sus fábricas en Honduras. Los trabajadores comenzaron a establecer sindicatos en seis de las siete fábricas, cinco de ellas en las empresas dedicadas a la confección de prendas y uno en una fábrica textilera. Con ello lograron negociar mejores condiciones de trabajo.

El precedente establecido por Fruit of the Loom condujo a un mayor respeto por los derechos de los trabajadores en toda la industria de la confección del país. Durante la década que siguió a la reapertura de Jerzees Nuevo Día, muchos otros propietarios de fábricas acordaron respetar los derechos de asociación y los trabajadores organizaron muchas instalaciones. El Centro para los Derechos Globales de los Trabajadores de la Universidad Estatal de Pensilvania documentó este extraordinario progreso en un informe de 2022, que muestra que esto ha llevado a mejoras en salarios y beneficios que cambian la vida de los trabajadores. Como se señala en el informe, los trabajadores pudieron negociar beneficios de alimentación y transporte, salarios suficientes para permitir ahorros personales modestos y protecciones contra el acoso y el abuso, incluida la violencia de género.

En este contexto de avances en materia de derechos laborales, Fruit of the Loom, en 2016, comenzó a cerrar, una tras otra, fábricas de prendas de vestir sindicalizadas. Ahora, con estos cierres más recientes, no quedará ninguna.[1] La decisión de Fruit of the Loom de cerrar Jerzees Nuevo Día y Confecciones Dos Caminos es un golpe particularmente brutal. Un trabajador compartió lo siguiente con la WRC:

Me puse muy contento cuando convencimos a Fruit of the Loom para que abriera la fábrica de Jerzees Nuevo Día. Pude volver a trabajar, y esto me permitió ganar un salario estable y pagar la educación de mis hijos y apoyar a mis padres. Pudimos ejercer nuestro derecho a la libertad sindical y negociar buenos beneficios en nuestro contrato.

Ahora me siento fatal, tanto emocional como económicamente. He vuelto a perder mi trabajo y siento que Fruit of the Loom me traicionó. La empresa no cumplió la promesa que hizo cuando nos dijo que proporcionaría empleo estable y respetaría la libertad sindical.

Fruit of the Loom ha ofrecido justificaciones comerciales por su decisión de cerrar estas dos fábricas, y el WRC no ha examinado formalmente la cuestión de si la presencia de sindicatos fueo no fue un factor en la toma de estas decisiones de la empresa. Lo que sí está claro es que los cierres serán devastadores para los trabajadores afectados y que Fruit of the Loom, que recibió numerosos elogios por firmar e implementar el acuerdo de 2009, ya no puede ser visto como un líder en el avance del respeto de los derechos fundamentales en el lugar de trabajo.

El progreso logrado en toda la industria en Honduras en el respeto del derecho a organizarse y negociar colectivamente, que fue catalizado por la exitosa batalla de los trabajadores contra Fruit of the Loom en 2009, ha marcado una diferencia en la vida de cientos de miles de personas: los trabajadores de la confección y sus familias. De manera importante, este progreso en todo el sector se mantendrá: decenas de miles de trabajadores hondureños continúan confeccionando ropa en fábricas sindicalizadas con fuertes convenios colectivos. Pero Fruit of the Loom ya no será parte de ese progreso, y el hecho de que una empresa que alguna vez fue el mayor empleador privado de Honduras haya cerrado casi todas sus fábricas de prendas de vestir, y todas las sindicalizadas, socava la confianza en la viabilidad de la manufactura de alta gama en el sector de la confección.

El “Nuevo Día” de Jerzees se erigió como un símbolo de esperanza de algo mejor para los trabajadores de la confección del mundo. Fruit of the Loom podría haber priorizado mantenerlo abierto, independientemente de que hubiera o no una ventaja económica marginal que se pudiera obtener de su cierre. Un liderazgo genuino en materia de derechos laborales a veces requiere tener una visión más amplia que el próximo informe trimestral.


[1] VFI, una de las cinco fábricas de prendas de vestir sindicalizadas, se convirtió en 2014 de ser una fábrica de prendas de vestir a un centro de distribución. El centro de distribución todavía lleva el nombre de la fábrica original, pero ya no es la fábrica de prendas de vestir que empleaba a aproximadamente 1.100 trabajadores. El centro de distribución emplea a menos de 100 trabajadores. La textilera sindicalizada, aún en funcionamiento, emplea a unas 600 personas. Como resultado del acuerdo entre Fruit of the Loom y el sindicato CGT en Honduras, más de 7.000 trabajadores fueron empleados en instalaciones sindicalizadas en Honduras. La compañía ha eliminado el 90 por ciento de esos puestos.